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Esto tiene que ser una maldita pesadilla (David Rocher)
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Un día mas rodeada de gente insufrible, que se cree el centro del universo que disfrutan de torturar al resto del mundo. Un día mas que pasare las horas preguntándome ¿por qué? ¿por qué de tantos lugares y empleos me postule a este? Si, la paga es buena, pero ¿es suficiente en comparación del estrés que me genera este lugar y esta gente? No termine de poner un pie en aquel sitio que la encargada ya estaba regañandome de antemano por ser tan "antipática" con los clientes, no sabía por qué me regañaba. Si, es cierto que suelo ser irónica y sarcástica con ellos, pero algunos son tan estúpidos que creen que es simpatía real.
Al ser un día de semana, la mañana transcurrió con total normalidad, solo algunas mujeres buenas para nada que se acercaron a desayunar, jóvenes poco y nada, todos estaban en sus clases para convertirse o bien en mujeres inútiles como sus madres o bien en hombres chantas como sus padres. Los hombres adultos tampoco abundaron, la mayoría por la mañana tenían su sofisticado trasero en sus importantes y complicados empleos en los que no hacían mas que dar ordenes. Si quedaban dudas, no, esta gente no me agrada ni un poco.
El mediodía comenzó a acercarse, y ahora si estaba un poco mas transitado el restaurante. Muchos ya finalizaban sus clases o sus jornadas laborales y se acercaban a almorzar en familia para luego disfrutar de su abundante tiempo de ocio en las instalaciones del club, practicando algún deporte, disfrutando del spa o la piscina, en fin, haciendo cosas poco productivas como cada hora de su maldita existencia. Me acerqué a la barra, no tenía mas mesas que atender, las libres estaban limpias esperando por los próximos clientes y las ocupadas estaban ya disfrutando su comida, mis compañeras no tenían tanta suerte, algunas estaban llevando los pedidos o tomándolos.
La gerente se acerco a mi para enviarme mi próxima tarea justo cuando estaba por acercarme a un cliente que acababa de entrar solo. -Samm el hombre que acaba de entrar, no frecuenta mucho el restaurante, pero si el resto del club, es un importante empresario y uno de los socios mas influyentes del club, se amable por una vez en tu vida. Rodee los ojos y sin decir una palabra me acerqué a la entrada donde estaba el tipo, esboce una sonrisa, ya ni intentaba que parezcan reales, sabía que hasta el mas idiota podía notar la falsedad en ella. -Bienvenido señor, ¿alguna preferencia para la ubicación de su mesa?
Al ser un día de semana, la mañana transcurrió con total normalidad, solo algunas mujeres buenas para nada que se acercaron a desayunar, jóvenes poco y nada, todos estaban en sus clases para convertirse o bien en mujeres inútiles como sus madres o bien en hombres chantas como sus padres. Los hombres adultos tampoco abundaron, la mayoría por la mañana tenían su sofisticado trasero en sus importantes y complicados empleos en los que no hacían mas que dar ordenes. Si quedaban dudas, no, esta gente no me agrada ni un poco.
El mediodía comenzó a acercarse, y ahora si estaba un poco mas transitado el restaurante. Muchos ya finalizaban sus clases o sus jornadas laborales y se acercaban a almorzar en familia para luego disfrutar de su abundante tiempo de ocio en las instalaciones del club, practicando algún deporte, disfrutando del spa o la piscina, en fin, haciendo cosas poco productivas como cada hora de su maldita existencia. Me acerqué a la barra, no tenía mas mesas que atender, las libres estaban limpias esperando por los próximos clientes y las ocupadas estaban ya disfrutando su comida, mis compañeras no tenían tanta suerte, algunas estaban llevando los pedidos o tomándolos.
La gerente se acerco a mi para enviarme mi próxima tarea justo cuando estaba por acercarme a un cliente que acababa de entrar solo. -Samm el hombre que acaba de entrar, no frecuenta mucho el restaurante, pero si el resto del club, es un importante empresario y uno de los socios mas influyentes del club, se amable por una vez en tu vida. Rodee los ojos y sin decir una palabra me acerqué a la entrada donde estaba el tipo, esboce una sonrisa, ya ni intentaba que parezcan reales, sabía que hasta el mas idiota podía notar la falsedad en ella. -Bienvenido señor, ¿alguna preferencia para la ubicación de su mesa?
Sammantha M. Scott
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Desde que había recibido aquella maldita carta, no había descansado en paz ni un segundo. Al principio lo había desechado, no me parecía más que un intento de chantaje barato. habia intentado seguir con mi vida bormal, epro algun maldito engranaje de mi cerebro había quedado prendado de sus shokeantes palabras. Yo.. una hija?? sencillamente eso era imposible.. porque si hubiera existido un embarazo.. ella me lo habría dicho o no? Mi mente trabajaba a dos mil por hora como un engranaje de un reloj suizo intentando buscar cualquier indicio, cualquier probabilidad sin llegar a nada. Por fin me había dado por vencido y había llamado a mis abogados para que se encarguen de la investigación correspondiente.
Lo que habían descubierto era realmente peor de lo que imaginaba, si bien no había una confirmación legal, si había indicios, fechas y lugares que no podían mentir. ¿Pero por qué maldita razón ella no me lo había dicho? A menos que esa hija no fuera mía. Pero no estaba dispuesto a seguir con las dudas. Debía saber, buscarla, confrontarla y en el mejor de los casos conseguir las pruebas suficientes por mi mismo. Quizás, aunque no me daba cuenta en el fondo si quería que aquella chiquilla independiente y orgullosa fuese mía, una unión permanente con la mujer que tanto había amado.
Y parecía todo planeado por el destino que ella estuviera trabajando en uno de mis clubes privados. En el cual era un socio bastante importante. Había solicitado todo su expediente el cual había bebido con avidez de cada detalle de su vida. Y no pude contenerme, tenía que verla. Al entrar al restaurante y observarla de lejos vi a kilómetros lo incómoda que se sentía allí. No pude reconocer rasgos físicos propios pero si parecía estar viendo a su madre. Tragué saliva y me quedé quieto mirándola atentamente detrás de mis lentes oscuros. Me habló con falsedad y casi apatía y no me gustó. Hice una mueca de desagrado. -Privada.- La voz me salió grave y masculina, no podía evitar su brusquedad, pero me resultaba casi imposible contenerme a esa altura. Quería hablar con ella, pues estando tan cerca, un instinto protector y primitivo me hicieron creer que de verdad era mi hija.
Lo que habían descubierto era realmente peor de lo que imaginaba, si bien no había una confirmación legal, si había indicios, fechas y lugares que no podían mentir. ¿Pero por qué maldita razón ella no me lo había dicho? A menos que esa hija no fuera mía. Pero no estaba dispuesto a seguir con las dudas. Debía saber, buscarla, confrontarla y en el mejor de los casos conseguir las pruebas suficientes por mi mismo. Quizás, aunque no me daba cuenta en el fondo si quería que aquella chiquilla independiente y orgullosa fuese mía, una unión permanente con la mujer que tanto había amado.
Y parecía todo planeado por el destino que ella estuviera trabajando en uno de mis clubes privados. En el cual era un socio bastante importante. Había solicitado todo su expediente el cual había bebido con avidez de cada detalle de su vida. Y no pude contenerme, tenía que verla. Al entrar al restaurante y observarla de lejos vi a kilómetros lo incómoda que se sentía allí. No pude reconocer rasgos físicos propios pero si parecía estar viendo a su madre. Tragué saliva y me quedé quieto mirándola atentamente detrás de mis lentes oscuros. Me habló con falsedad y casi apatía y no me gustó. Hice una mueca de desagrado. -Privada.- La voz me salió grave y masculina, no podía evitar su brusquedad, pero me resultaba casi imposible contenerme a esa altura. Quería hablar con ella, pues estando tan cerca, un instinto protector y primitivo me hicieron creer que de verdad era mi hija.
David Rocher
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Fecha de nacimiento : 26/06/1995
Edad : 29
Después me exigían a mi que sea amable, tendrían que existir reglas para cuando los clientes son exasperantes, tendrían que permitirme insultarlos, o arrojarle la comida encima, pisotearle el pan, no se, algo. Suspire buscando calma ante su brusquedad al hablar. -Por aquí por favor señor. ¿Mesa para uno o espera compañía? Aguarde su sonrisa mientras le dedicaba una nueva sonrisa rogando que esta parezca al menos un poco mas real aunque no estaba segura de poder lograrlo. No era precisamente una persona simpática con desconocidos, menos cuando los desconocidos son de esa clase de gente tan diferente a mi y mi entorno de gente.
Le marque el camino hacia su mesa caminando delante de él, me dirigí a las escaleras y subí al primer piso donde se encontraba el área mas reservada y tranquila. Era una zona de mesas para cuatro personas como máximo, estaba en diferente piso del salón principal y sobretodo allí no se permitía el acceso a jóvenes sin la compañía de sus padres, todo para brindar la comodidad suficiente para que puedan tener sus reuniones de trabajo, aunque muchos llevaban a su amante de turno. Me pare frente a la mesa que le había asignado, frente a una ventana con vista a los jardines. -¿Desea que lleve su saco al guardarropas? Dios mio, matame y acaba con este sufrimiento de ser amable con esta gente que si puede me pisotearía sin dudarlo un minuto siquiera.
Acomode el menú en la mesa y encendí la pequeña lampara individual. La privacidad que otorgaba esta área era porque no había trafico constante de empleados, cada mesa contaba con una tecla que encendía una luz en la computadora de la caja y la administradora nos enviaba solo cuando nos llamaban. Por eso algunos se atrevían a traer a sus amantes a este restaurante. Por lo general los demás comensales no solían meterse o fijarse en lo que ocurría en las mesas cercanas.
Le marque el camino hacia su mesa caminando delante de él, me dirigí a las escaleras y subí al primer piso donde se encontraba el área mas reservada y tranquila. Era una zona de mesas para cuatro personas como máximo, estaba en diferente piso del salón principal y sobretodo allí no se permitía el acceso a jóvenes sin la compañía de sus padres, todo para brindar la comodidad suficiente para que puedan tener sus reuniones de trabajo, aunque muchos llevaban a su amante de turno. Me pare frente a la mesa que le había asignado, frente a una ventana con vista a los jardines. -¿Desea que lleve su saco al guardarropas? Dios mio, matame y acaba con este sufrimiento de ser amable con esta gente que si puede me pisotearía sin dudarlo un minuto siquiera.
Acomode el menú en la mesa y encendí la pequeña lampara individual. La privacidad que otorgaba esta área era porque no había trafico constante de empleados, cada mesa contaba con una tecla que encendía una luz en la computadora de la caja y la administradora nos enviaba solo cuando nos llamaban. Por eso algunos se atrevían a traer a sus amantes a este restaurante. Por lo general los demás comensales no solían meterse o fijarse en lo que ocurría en las mesas cercanas.
Sammantha M. Scott
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Le sonreí admirando su capacidad de sarcasmo, sin dudas era buena y demasiado inteligente para un lugar como este. La seguí hasta la parte superior sin sacarle la mirada de encima, era hermosa, realmente parecida a su madre, hasta que hablaba, allí no había nada de la muchacha de la cual hacía poco más de veinticinco años atrás me había enamorado. -No espero a nadie, y mi saco esta bien aqui, gracias.- Dije mientras me sacaba el saco, debajo una fina camisa blanco radiante y un rolex de oro con un anillo enorme con el blasón familiar completaban la apariencia de dandi multimillonario clásico.
Me acomodé en el lugar en el lugar y pedí un Lomo de ternera a la bordalesa de malbec acompañado con una ensalada de finas hierbas. Mientras tanto mi cabeza daba mil vueltas pensando en como la abordaría, pero ya que era mi camarera, tenía tiempo. Lo que no podía calcular para nada era cual sería su reacción. No sabía si su madre le había hablado de mi y simplemente ella no había queria buscarme, o simplemente ella no sabía nada. Pero me inclinaba por lo segundo ya que de otra forma ella se hubiera sorprendido al verme, no, ella no me conocía, ni siquiera por fotos. Por lo que su reacción cuando le hablara era un total misterio para mi.
Me acomodé en el lugar en el lugar y pedí un Lomo de ternera a la bordalesa de malbec acompañado con una ensalada de finas hierbas. Mientras tanto mi cabeza daba mil vueltas pensando en como la abordaría, pero ya que era mi camarera, tenía tiempo. Lo que no podía calcular para nada era cual sería su reacción. No sabía si su madre le había hablado de mi y simplemente ella no había queria buscarme, o simplemente ella no sabía nada. Pero me inclinaba por lo segundo ya que de otra forma ella se hubiera sorprendido al verme, no, ella no me conocía, ni siquiera por fotos. Por lo que su reacción cuando le hablara era un total misterio para mi.
David Rocher
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Fecha de nacimiento : 26/06/1995
Edad : 29
No veía la hora que acabe mi turno, otro cliente como este y moriría o mataría a alguien, sinceramente no sabía que era peor. Tome su pedido en silencio, aún con la estúpida sonrisa en mi rostro, ya me dolían un poco los músculos de la cara de tanto forzarlos a formar una sonrisa. Le indiqué que enseguida regresaba con su orden, apenas me di vuelta para ir a entregar su pedido deje la sonrisa desaparezca.
No tuve tiempo suficiente para relajar el rostro, tuve que volver a sonreír de manera forzada para atender las mesas de abajo, llevar varios pedidos, la cuenta, tomar pedidos, cosas que ya estaba cansada de hacer, de hecho ya estaba cansada, solo quería llegar a mis casa y dormir, la noche anterior no había dormido mas que dos horas, la carrera había terminado mas tarde de lo normal y luego fuimos al cuartel a celebrar, lo que se extendió hasta entrada la madrugada.
Pocos minutos después me encontraba forzando nuevamente una sonrisa mientras subía las escaleras con su bebida. -En diez minutos estará lista su comida señor. Dije suavemente mientras le servía en su copa. Me extraño no haber derramado todo, solo pensaba en una cosa, llegar a casa y dormir, tal vez dormiría directamente hasta mañana. Antes de subir la encargada me pidió que me ocupe de las otras mesas de ahí arriba, para evitar que todas las camareras suban y bajen constantemente.
Volví a bajar, pedí las cuentas de unas mesas, entregué un nuevo pedido. Pocos minutos de descanso que solo bastaron para beber un poco de agua y el pedido del hombre solitario estaba listo. Volví a subir dejando su plato delante suyo. -Que lo disfrute, cualquier cosa que necesite estaré aquí cerca. Entregué las cuentas en unas mesas cercanas, luego volví a bajar con el dinero. Una vez arriba nuevamente puse en orden las mesas que acababan de limpiar y tome asiento en una mesa pegada a la escalera, me negaba a subir y bajar al antojo de esta gente. Solo había dos mesas ocupadas, el señor solitario y una pareja demasiado demostrativa para mi gusto.
No tuve tiempo suficiente para relajar el rostro, tuve que volver a sonreír de manera forzada para atender las mesas de abajo, llevar varios pedidos, la cuenta, tomar pedidos, cosas que ya estaba cansada de hacer, de hecho ya estaba cansada, solo quería llegar a mis casa y dormir, la noche anterior no había dormido mas que dos horas, la carrera había terminado mas tarde de lo normal y luego fuimos al cuartel a celebrar, lo que se extendió hasta entrada la madrugada.
Pocos minutos después me encontraba forzando nuevamente una sonrisa mientras subía las escaleras con su bebida. -En diez minutos estará lista su comida señor. Dije suavemente mientras le servía en su copa. Me extraño no haber derramado todo, solo pensaba en una cosa, llegar a casa y dormir, tal vez dormiría directamente hasta mañana. Antes de subir la encargada me pidió que me ocupe de las otras mesas de ahí arriba, para evitar que todas las camareras suban y bajen constantemente.
Volví a bajar, pedí las cuentas de unas mesas, entregué un nuevo pedido. Pocos minutos de descanso que solo bastaron para beber un poco de agua y el pedido del hombre solitario estaba listo. Volví a subir dejando su plato delante suyo. -Que lo disfrute, cualquier cosa que necesite estaré aquí cerca. Entregué las cuentas en unas mesas cercanas, luego volví a bajar con el dinero. Una vez arriba nuevamente puse en orden las mesas que acababan de limpiar y tome asiento en una mesa pegada a la escalera, me negaba a subir y bajar al antojo de esta gente. Solo había dos mesas ocupadas, el señor solitario y una pareja demasiado demostrativa para mi gusto.
Sammantha M. Scott
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Parecía dispuesta a esquivarme como una liebre perseguida por un zorro. Pero después de todo ese era mi juego favorito. La observé a través de las gafas oscuras mientras comía lentamente aquella comida que estaba bastante bien a lo que me esperaba de un club demasiado pretencioso para su nombre. Pero cuando comencé con el postre decidí que dejaría de darle largas y comenzaría por un ataque frontal. Después de todo que tenía que perder? Había mucho por hablar y tiempo que recuperar. Mientras mis abogados estaban enloquecidos buscando todos los baches legales y demás información de seguros y asistencia social que rodeaban no solo a Samantha, sino también a su madre y a su tío. Era realmente importante asegurarme que cada aspecto de aquella turbia situación quedase controlado.. por mi claramente.
Aproveché que pasó cerca para hablarle suavemente con un tono amistoso. -Eres Samantha Scott ¿Verdad?.. conocí a tu tío Richard.. y a tu madre.- Dije lo último con tono sombrío, solo esperaba que ella sintiera curiosidad y no huya de allí. -Por cierto, mi más sentido pésame.- Dije y me limpie la boca con una blanca servilleta de lino. Bebí un poco de shampagna y me la quede observando, quizás con la secreta obsesión de que pudiera apreciar algo mió en ella. Al menos si no se evidenciaba por el exterior, de seguro lo era en el interior. Y si era así entonces quizás hubiera una posibilidad de hablar con ella. Pero tampoco estaba preparado para aceptar del todo el echo de tener una hija.. ¿Y que si me despreciaba como hizo su madre? ¿O que tan geneticamnete adecuado era yo para ser padre.. rayos jamás había pensado en eso? De seguro mi padre revolcándose en su tumba.. tal vez apreciara el echo de que la linea de sangre se perpetuara como él queria.. pero no de la clase de sangre que él siempre quiso.
Aproveché que pasó cerca para hablarle suavemente con un tono amistoso. -Eres Samantha Scott ¿Verdad?.. conocí a tu tío Richard.. y a tu madre.- Dije lo último con tono sombrío, solo esperaba que ella sintiera curiosidad y no huya de allí. -Por cierto, mi más sentido pésame.- Dije y me limpie la boca con una blanca servilleta de lino. Bebí un poco de shampagna y me la quede observando, quizás con la secreta obsesión de que pudiera apreciar algo mió en ella. Al menos si no se evidenciaba por el exterior, de seguro lo era en el interior. Y si era así entonces quizás hubiera una posibilidad de hablar con ella. Pero tampoco estaba preparado para aceptar del todo el echo de tener una hija.. ¿Y que si me despreciaba como hizo su madre? ¿O que tan geneticamnete adecuado era yo para ser padre.. rayos jamás había pensado en eso? De seguro mi padre revolcándose en su tumba.. tal vez apreciara el echo de que la linea de sangre se perpetuara como él queria.. pero no de la clase de sangre que él siempre quiso.
David Rocher
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Fecha de nacimiento : 26/06/1995
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Para evitarme la agradable sensación de descansar, la encargada me mando a cambiar la decoración de la mitad de las mesas del piso superior, reemplazarlo todo por los elementos de la hora del té. Si yo no estaba aquí para esa hora ¿por qué tenía que hacerlo? Ya había quitado toda la vajilla, reemplazado manteles y servilletas, ahora me disponía a poner los floreros los cuales me había llevado para cambiarle el agua a las flores. Era oficial, detestaba mi trabajo, mi horario estaba a punto de finalizar, de todos modos no podía irme hasta que las dos mesas que se mantenían ocupadas en mi sección se vacíen. El cliente solitario ya iba por el postre y el café, pero la parejita feliz y demostrativa recién estaban terminando la comida, estaban muy ocupados con los besos y los abrazos constantes, me daban asco.
Puse el último florero y me estaba regresando a mi lugar de paz y armonía pero el solitario comensal me detuvo llamando ampliamente mi atención ¿De donde los conocía? Claramente no era del estilo de tipo que podría mantener una amistad con mi tío y mi mamá se había ido hacía mas de 25 años del país y jamás regreso, al menos no viva. Pero sobretodo, ¿por qué conocía mi nombre? -¿Cómo los conoce? Asentí en agradecimiento por el pésame. Intente hacer memoria, con mi madre claramente jamás lo había visto ¿y con mi tío? En su funeral no lo había visto, ¿o si? Tanta gente se me había acercado a saludarme y presentarme sus respetos que no estaba muy segura. Lo que sí estaba segura era que dos eagles me habían escoltado todo el tiempo por temor a que aparezca la policía o algún snakes, podría preguntarles, pero tendría que saber en que momento apareció para intentar recordar quienes estaban a mi lado.
Puse el último florero y me estaba regresando a mi lugar de paz y armonía pero el solitario comensal me detuvo llamando ampliamente mi atención ¿De donde los conocía? Claramente no era del estilo de tipo que podría mantener una amistad con mi tío y mi mamá se había ido hacía mas de 25 años del país y jamás regreso, al menos no viva. Pero sobretodo, ¿por qué conocía mi nombre? -¿Cómo los conoce? Asentí en agradecimiento por el pésame. Intente hacer memoria, con mi madre claramente jamás lo había visto ¿y con mi tío? En su funeral no lo había visto, ¿o si? Tanta gente se me había acercado a saludarme y presentarme sus respetos que no estaba muy segura. Lo que sí estaba segura era que dos eagles me habían escoltado todo el tiempo por temor a que aparezca la policía o algún snakes, podría preguntarles, pero tendría que saber en que momento apareció para intentar recordar quienes estaban a mi lado.
Sammantha M. Scott
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Bebí un sorbo de café, luego la miré sacándome los lentes y revelando unos ojos muy parecidos a los suyos. Le sonreí y esperé que lo siguiente que dijera no fuera a desquiciarla. -Fue hace mucho tiempo, al rededor de 25 años, yo eras más joven y me reunía con gente a la cual le gustaba la velocidad y el peligro.. debo decirte que eres hermosa... muy parecida a tu madre- Dije haciendo una mueca y luego le señalé la silla frente a mi. -Si me dieras unos minutos, me gustaría hablar contigo, no vine aquí a comer por casualidad, me enteré que trabajabas aqui y decidí venir.... no creo que tu jefe se moleste por dar charla a su mejor socio verdad?.- Le pregunté expectante y esperé a que contestara.
Y de pronto al verla allí desafiante en lo único que podía pensar era en su madre. Aquella mujer increíble de la cual me había enamorado. Podía verla mirándome con la misma fiereza y descaro. Podía verla sonreírme, besarme, amarme. Podría haber sido solo un amor de verano, pero la verdad era que me había marcado de por vida. Tanto era así que nunca más había amado a una mujer como lo había echo con ella. En cierto sentido me había estropeado la vida, Si hubiera tenido la oportunidad de volver el tiempo atrás, nunca me hubiera apartado de ella y de nuestra hija, si es que lo era. De echo hubiéramos tenido una vida maravillosa juntos. o no, nunca lo sabría. Había echo decisiones y debía afrontar el echo de que pese a mis equivocaciones, ya no había vuelta atrás, solo enfrentarme al futuro . Y ese futuro incluía a esta hermosa mujer frente a mi, que podría ser mi hija.
Y de pronto al verla allí desafiante en lo único que podía pensar era en su madre. Aquella mujer increíble de la cual me había enamorado. Podía verla mirándome con la misma fiereza y descaro. Podía verla sonreírme, besarme, amarme. Podría haber sido solo un amor de verano, pero la verdad era que me había marcado de por vida. Tanto era así que nunca más había amado a una mujer como lo había echo con ella. En cierto sentido me había estropeado la vida, Si hubiera tenido la oportunidad de volver el tiempo atrás, nunca me hubiera apartado de ella y de nuestra hija, si es que lo era. De echo hubiéramos tenido una vida maravillosa juntos. o no, nunca lo sabría. Había echo decisiones y debía afrontar el echo de que pese a mis equivocaciones, ya no había vuelta atrás, solo enfrentarme al futuro . Y ese futuro incluía a esta hermosa mujer frente a mi, que podría ser mi hija.
David Rocher
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Veinticinco años, solo eso retumbaba en mi mente. No, no podía ser, seguro era coincidencia, supongo que mi madre hablaba con mucha gente hace 25 años. Tragué saliva, aunque en verdad mi garganta se había secado a penas él hablo de la época en la que conocía a mi madre. No, no era él. ¿Por qué no abrí el maldito sobre que me dejo mi tío? Ahora estaría mas tranquila, sabiendo que este tipo no era, o ya hubiese huido al verlo en caso que sea. En el caso que fuera, ¿por qué tenía el descaro de aparecer ahora? Nunca se preocupo por mi, ni los nueve meses de embarazo, ni los 25 cumpleaños que pase, no aparecería justo ahora. -Me temo que no podrá ser, debo terminar de atender esa mesa y ya termina mi turno así que debo irme. Las palabras salieron rápidamente, algo torpe, apresuradas, sin saber muy bien qué estaba diciendo, solo hablaba.
Sentí una fina capa de sudor formándose en mi nuca al tiempo que me descubría buscando cosas que aquel hombre tenga parecidas a mi. Era absurdo, ni siquiera era el tipo de hombre en el que se fijaría mi madre ¿o si? No lo sabía, mamá nunca había traído un hombre a casa, siempre habíamos sido solo ella y yo, y mi tío en las vacaciones. Pero de todos modos no podía serlo, si nos había abandonado 25 años atrás no iba a aparecer un día como si nada. Me incomodaba un poco su mirada penetrante estudiándome como si buscara algo en mi, ¿algún parecido tal vez? No, imposible. Seguro me miraba sorprendido por el parecido con mi mamá, mi tío siempre se asombraba del parecido que tenía con ella, y yo misma podía comprobarlo en las fotografías, y algunos recuerdos de antes que falleciera.
Sentí una fina capa de sudor formándose en mi nuca al tiempo que me descubría buscando cosas que aquel hombre tenga parecidas a mi. Era absurdo, ni siquiera era el tipo de hombre en el que se fijaría mi madre ¿o si? No lo sabía, mamá nunca había traído un hombre a casa, siempre habíamos sido solo ella y yo, y mi tío en las vacaciones. Pero de todos modos no podía serlo, si nos había abandonado 25 años atrás no iba a aparecer un día como si nada. Me incomodaba un poco su mirada penetrante estudiándome como si buscara algo en mi, ¿algún parecido tal vez? No, imposible. Seguro me miraba sorprendido por el parecido con mi mamá, mi tío siempre se asombraba del parecido que tenía con ella, y yo misma podía comprobarlo en las fotografías, y algunos recuerdos de antes que falleciera.
Sammantha M. Scott
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